Ya lo dice la letra de nuestro himno, desde una Andalucía libre para España y la humanidad y eso, de algún modo, es lo que al declararlo Patrimonio inmaterial de la humanidad acaba de reconocer la Unesco para nuestro arte más genuino y representativo: el Flamenco.
Se había perseguido este respaldo, esta declaración, en anteriores ocasiones pero no había tenido suerte el cante, el baile o el toque que forma parte del acervo cultural de nuestra tierra y ha tenido que ser ahora, tras una prolongada e intensa campaña en su defensa cuando, por fin, la organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ha dado el merecido espaldarazo a esta forma de expresión tan andaluza como española, tan universal sin duda, como lo demuestra el cada vez mayor arraigo que esta manifestación del folklore popular tiene en todos los rincones del planeta.
Por eso bien que lo merecía el Flamenco y por eso la explosión de alegría - celebrada por bulerías en la sede de la Agencia Andaluza dedicada a nuestro arte - con que ha sido recibida dicha nominación, tan justa como oportuna, tan importante en suma para la proyección futura de una de las manifestaciones culturales más importantes y representativas de nuestra tierra.
Enhorabuena por ello, a cuantos lo han hecho posible y, desde luego a quienes a lo largo de la historia con su arte singular e irrepetible cantaores, guitarristas, bailaores; hombres y mujeres; pusieron la base para que este reconocimiento se produjera.
Felicidades por ello, Andalucía.
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