sábado, octubre 23, 2010

Mas que el premio, el gesto.

Sin duda alguna los premios Príncipe de Asturias gozan de un extraordinario prestigio internacional, de una proyección indudable, gracias al palmarés de personalidades y colectivos que han sido galardonados con el mismo, al constante apoyo que, desde su creación, les ha prestado la familia Real española - no en balde llevan el título del heredero de la Corona - y por supuesto a su magnífica puesta en escena, a su cuidado protocolo hasta en los más mínimos detalles y al apoyo entusiasta del pueblo de Asturias y muy a tener en cuenta de los medios de comunicación en general y singularmente de los públicos de ámbito nacional...

Ya digo, todo un acontecimiento este de la entrega de dichos Premios que cada año congrega en torno al ovetense Teatro Campoamor y al Hotel Reconquista a miles de personas y a una apreciable audiencia ante la pantalla de los televisores.

Por otra parte, como ya queda mencionado con anterioridad el palmarés de galardonados reune a tantas celebridades y en tantos campos de la actividad humana que permite, sin duda, equiparar estos premios Príncipe de Asturias con otros galardones famosos en todo el mundo como el Carlomagno o los Nobel y creo que afirmar estos no es exagerar en modo alguno y cada año que pasa, mucho menos...

Claro que en medio de la brillantez y la emoción de ceremonia semejante, del propio significado del galardón, de lo entrañable del momento, hay ocasiones en las que un  gesto adquiere todo el valor que ni siquiera el propio premio puede superar y aunque ese instante mágico, sublime, suele repetirse muy de tarde en tarde, en este año, hemos podido vivirlo en la persona del Seleccionador Nacional de Fútbol español don Vicente del Bosque que, desde una humildad y modestia que le engrandecen, tuvo la hidalguía y la caballerosidad de sacar al centro del escenario al anterior Seleccionador Luís Aragonés - que por cierto había criticado torpe e inoportunamente al referido Del Bosque y a sus jugadores, con ocasión del Mundial que acabaría ganando nuestro Equipo Nacional - deplorando el juego de los nuestros durante el campeonato celebrado en Sudafrica.

El gesto del señor Del Bosque, toda una lección, me trajo a la memoria y creo que con fundamento esa escena del llamado cuadro de "Las Lanzas", de Diego Velázquez en la que un capitán español de los Tercios de Flandes acoge con señorío la rendición de su oponente en el campo de batalla.

Ciertamente  que en esta ocasión, sin que ello signifique menosprecio al premio, un gesto adquiere el auténtico protagonismo del acto por lo que tiene de lección, de reconocimiento de lo que su antecesor hizo y de elegancia...

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