Para lograr el apoyo a los Presupuestos generales, lo que haga falta. Como para conseguir una alcaldía, una presidencia de un gobierno autónomo o de una Diputación - ¡ menudo chollo ! - se arregla lo que sea, se concede lo que sea - como a quién otorga no le duele nunca la cartera -, se mira para otro lado o si es preciso, hasta se tapa la nariz para evitar el tufo de la maniobra, casi siempre burda...
Por eso no es extraño que en un reciente estudio que ha sido publicado sobre la calidad de la Democracia, de nuestra Democracia española, los datos que se han obtenido finalmente resulten tristemente demoledores, desalentadores sin duda para quienes creemos que con sus defectos este es el mejor de los sistemas políticos.
Y ahora, para corroborarlo, dejando literal y efectivamente con el culo al aire a un correligionario, que es nada menos que el Lendakari, es decir el Presidente del Gobierno vasco, un pacto que se ha urdido con sigilo ¿por qué no se ha hecho con luz y taquígrafos si se estima legítimo? que entre otras cosas incluye el cambio de nombre - si ha leído usted bien, amigo - de las tres provincias vascongadas que pasarán a llamarse, en virtud de este acuerdo entre el Presidente del Gobierno de España y el Presidente del Partido Nacionalista Vasco, Araba, Guipuzkoa y Vizkaia...
Es que con tal de seguir, aquí somos capaces de aceptar el trágala que sea.
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