Es frase recurrente en el mundo del deporte, sobre todo cuando un equipo o un atleta no gana, y naturalmente, de boca para afuera, acompañada con expresión de profunda decepción, es la que ha podido escucharse entre los miembros de la delegación de la Candidatura de Madrid, a los Juegos Olímpicos de 2016, al conocer la elección, por un amplio margen de votos, de Río de Janeiro como ciudad ganadora en esta ocasión, como en la anterior lo fuera Londres...
Y eso que se habían superado dos rondas previas en las que ni la obamanía ni el Imperio tecnológico del Sol Naciente pudieron desplazar a la ciudad del Oso y el Madroño, capital de España, por más señas, que se quedó a competir con los brasileños de Lula.
Pero claro, el apoyo de nuestros amigos de latinoamérica -como dice el Presidente de nuestro Gobierno - en lugar de llamarle hispanoamérica, que es como siempre aquí hemos denominado a ese conjunto de países con los que incluso celebramos - ¿con alguna utilidad? - una cumbre anual, ha dado su apoyo al emergente Brasil, que desde luego al igual que dicho Continente merecía poder tener la oportunidad de organizar un acontecimiento semejante...
Ni han importado las favelas - sinónimo de pobreza y marginación - ni la devastación brutal de la selva amazónica que forma parte de su territorio, ni el hecho de que dos años antes se dispute allí también el Campeonato mundial de fútbol, han pesado en los delegados del COI para finalmente dar su voto al proyecto carioca, por lo que solo queda felicitarles y aceptar sinceramente la derrota, compartiendo su natural alegría por haber logrado las Olimpiadas. Mejor allí, mucho mejor, desde luego, que otra vez en Estados Unidos o en Japón.
Nosotros, desde luego, tambien tenemos miserias que seguro podrían condicionar una Candidatura a los Juegos, pero no es precisamente ahora el momento de entrar en este tipo de debates, sino el de sosegar el espíritu y, precisamente en cumplimiento de los principios de la Carta Olímpica, asumir la decepción de la derrota y engrasar la maquinaria para que, en 2020 - que está ahí mismo, si de un proyecto de este tipo hablamos -se pueda finalmente alcanzar el objetivo.
La pena es que escuchando a Juan Antonio Samaranch - que lanzó un órdago a los miembros votantes del COI - estos no hayan tenido la menor consideración con su trabajo al frente de dicho organismo, ni a su visible ancianidad, pero claro, pedir semejante consideración a estos sátrapas que manejan el deporte a su capricho, ya sería mucho...
De todas formas, orgullo por la presentación de la Candidatura de Madrid que ha estado a una altura verdaderamente encomiable...
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