Con la llegada del verano, que por cierto se ha presentado con unas temperaturas de alivio, los más pequeños, después de un intensivo Curso escolar, se han encontrado con ese período de descanso y disfrute llamado vacaciones que se prolongará por espacio de algo más de dos meses y que les permitirá jugar, acostarse más tarde, divertirse con sus amigos, ir o estar en la playa y todo ese cúmulo de oportunidades que naturalmente se les restringe significativamente cuando deben cumplir un horario de clases y, además de estudiar, realizar las tareas que sus educadores les indican cada jornada...
Vacaciones. Palabra mágica, llena de agradables sorpresas y de oportunidades de diversión y juego que sin duda los más pequeños, nuestros hijos y nietos, saben aprovechar intensamente,aunque a veces su presencia constante en las casas suponga no pocos problemas para los adulto, que reniegan por ello y se lamentan que los Colegios tengan que permanecer cerrados tanto tiempo.
Pero lo cierto es que este tiempo de ocio lo es también de mayor convivencia - o al menos debiera serlo - y por ese camino se debe producir un reencuentro familiar siempre positivo y necesario, aprovechando los adultos para reafirmar a los niños su cariño, para transmitirles con mayor cercanía sus enseñanzas y conocimientos, para inculcarles los valores cívicos, para interesarles por la cultura y el patrimonio que nos rodea y en primer término por el de la propia ciudad, para fomentar en ellos el interés por la lectura... en definitiva, para consolidar los valores en los que tiene que asentarse la familia.
Se estará consiguiendo con ello, además de una mejor y necesaria integración de padres e hijos, de una mejor comprensión, en no pocos casos, dar un sentido positivo a este tiempo en el que las Escuelas cierran sus puertas y nuestros niños dejan por unas cuantas semanas libros y tareas, es decir a las vacaciones...
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