No se si por defender a su patrón, por llevarlo en la masa de la sangre, por justificar su empleo o simplemente por molestar, el Presidente de la Asociación de la Prensa de Cádiz, entidad centenaria por cierto, ha publicado un injurioso artículo contra Jerez, en las páginas de Diario de Cádiz, periódico de una empresa que curiosamente saca sus buenos réditos a otro rotativo del grupo que publica en nuestra ciudad, aprovechando que el pisuerga pasa por Valladolid, es decir, con ocasión del ascenso del Xerez C.D. (con X, que aquí pronunciamos como nos da la gana, señor Santiago) y a propósito de un cruce de declaraciones, poco afortunadas, entre el capitan del equipo jerezano - que en su día fuera acusado de renegado, traidor o algo similar, simplemente por pasar del Cádiz al club de la ciudad del vino, precisamente por quién ahora ha sido objeto de su ataque verbal - y el Presidente de la Diputación Provincial de Cádiz.
Y como, digo yo, para defender una ciudad y unos colores - que precisamente eso es lo que trasciende del articulito del referido periodista - no es necesario, ni oportuno, ni elegante, ni mucho menos adecuado, poner a caer de un burro a otra población, sus habitantes, sus costumbres y su equipo de fútbol, que encima y para más inri de los que pintan de amarillo su deportivo corazoncito ha subido a la primera división del balompié español - ¡la Liga de las estrellas, oiga! - no puedo por menos que dedicar este post a mi compañero, y a pesar de ello amigo, diciéndole que el único pueblerino que queda retratado en esta desgraciada historia es precisamente él mismo.
Ya está bien de camuflar celos antiguos y absolutamente ridículos, propiciando enfrentamientos entre dos ciudades que debieran liderar los esfuerzos de esta provincia nuestra por ser mejor, mas productiva, más justa y sobre todo más culta y moderna, que eso que Maria Ostiz cantaba sobre los pueblos al único que retrata en este asunto es al Cateto capitalino que, otra vez y con la excusa del fútbol y sus apasionamientos, ha vuelto a desenterrar el hacha de guerra.
Después, cuando en alguna ocasión haya encuentros balompédicos entre equipos de ambas poblaciones, cosa que por otra parte ahora está bastante lejano, estos mismos personajes se lamentarán públicamente de que ocurran incidentes entre los aficionados, sin admitir su parte de culpa en ellos...
¡O no?
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