Otro 11-M y como cada año, desde aquella inexplicable, terrible y cruel matanza de Atocha, se ha rendido un sentido homenaje a quienes fueron víctimas inocentes de la barbarie y la sin razón terrorista y que perdieron la vida todavía no se sabe muy bien por qué, por mucho que interesadamente se quiera culpar a la presencia de España en Irak y a nuestro apoyo a los Estados Unidos en dicho conflicto...
Y es que quitar la vida a alguien y mucho más si se hace con violencia premeditada y corbarde, que es la que suele amparar las acciones terroristas, no tiene justificación alguna y de ningún modo pone coto a un error político como fué, sin duda, la decisión de José María Aznar -¿tambien de su Gobierno?- de enviar tropas a la búsqueda de unas armas de destrucción masiva que los americanos habían vendido como excusa suficiente para invadir Irak y que nunca aparecieron...
Pero aquí, en trenes de cercanías y en las vidas de trabajadores y estudiantes, pagamos las consecuencias de semejante decisión, aunque ello no salve ni mucho menos tampoco la responsabilidad de unos fanáticos inspirados no se sabe muy bien si por la política o la religión para provocar el mayor atentado cometido en nuestro país a lo largo de su historia.
Ahora solo nos queda recordar a los muertos, en las vísperas de cada primavera, llevar flores y oraciones a sus sepulturas y al monumento que perpetúa su memoria y desde luego - se supone que se habrá hecho y se seguira haciendo cada día - adoptar las medidas preventivas necesarias para que nunca jamás vuelva a tener que vivir España un atentado tan canalla y doloroso...
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