Claro que en esta provincia de Cádiz, desde la que escribo, estamos muy bien acostumbrados a la presencia del viento, pero ello no impide - por desgracia - que algunos piquen cuando de otorgar credibilidad a las promesas de los políticos, en campaña electoral, se trata, ¡que hay que ver la de carreteras, viviendas, puestos de trabajo, instalaciones sanitarias diversas, complejos deportivos y demás regalías que nos caen por todas partes...!
Por eso es preciso, a tres días de la jornada electoral, recordar que no solo valen las promesas, que lo que de verdad cuenta son las realidades, que no puede hacerse caso a cuanto se publica, se radia o se televisa ya que, a la tendencia ideológica de cada medio, debemos añadir los intereses publicitarios institucionales que los condicionan distorsionando en más de una ocasión la verdad y llevando a la confusión - ¿podríamos llamarle engaño? - a los ciudadanos.
Que por prometer, desde luego no queda y en este vicio incurren los candidatos de todo el arco parlamentario y también los que están fuera, desde un extremo a otro ya que la boca se calienta y se pierden las formas y hasta el pudor cuando de ganar un voto se trata, que la profesión política es bastante rentable, sobre todo si se consigue - como dirían los taurinos - tocar pelo, es decir, ocupar un escaño en el equipo de gobierno de un Ayuntamiento, de una Diputación o en un Parlamento autonómico, aunque esto último no sea el caso ahora para nuestra Comunidad.
Por tanto, electores, contribuyentes en suma, ¡ojo con tanta promesa, que luego se las suele llevar el viento!, tanto da si es de Levante o de Poniente...
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