Desgraciadamente, como una consecuencia mas de la guerra, un militar español que formaba parte del Destacamento de las Naciones Unidas para el Líbano, ha resultado alcanzado por un proyectil lanzado por el Ejército de Israel en represalia por un ataque de la milicia chií Hezbolá contra un convoy israelí que causó la muerte de dos soldados de dicho país y provocó heridas a otros siete y que finalmente acabó también con la vida de este Casco azul de la ONU que se encontraba haciendo misiones de centinela en una garita que resultó alcanzada por el fuego amigo...
No deja de ser por tanto una trágica burla del destino que cuando en muchos de nuestros Colegios se celebra el Día de la Paz, esta conmemoración venga a coincidir con las honras fúnebres de este soldado español, malagueño de nacimiento, que en plena juventud y cuando le faltaban apenas horas para ser padre, ha resultado víctima del odio y la sin razón que originan los conflictos bélicos en todo el mundo y de manera muy reiterada en las convulsas tierras de Oriente Medio en las que la supervivencia del Estado de Israel se ha convertido en permanente motivo de enfrentamiento especialmente para organizaciones como la citada Hezbolá - el Partido de Dios - considerado como una organización terrorista.
Pero sirve también esta triste pérdida de una vida humana para resaltar la abnegación y el sacrificio de aquellas personas que por vocación, o simplemente por haber elegido como profesión el servicio militar, ponen en riesgo su propia seguridad para garantizar - como era el caso del cabo Francisco Javier Soria - la paz y la seguridad de otros, en este caso de esa estrecha y conflictiva franja del Líbano, exponiéndose a caer víctimas no solo del fuego enemigo sino incluso de un error logístico de aquellos a los que se quiere ayudar...
Honor a ellos como canta ese imponente himno "La muerte no es final". Descanse en paz este soldado español.
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