Como no teníamos temas suficientes para el debate nacional, ahora el casco para los ciclistas que, desde luego y desde mi personal opinión con buen criterio, trata de imponer la Dirección General de Tráfico como un elemento de protección para quienes utilizan el vehículo de las dos ruedas, afortunadamente cada vez mas presente en nuestras ciudades, pues según las estadísticas reveladas por la titular de dicho organismo la mayoría de los accidentados tras la caída de una bicicleta han sido traumatismos craneoencefálicos de mayor o menor gravedad y precisamente dichos datos son los que han impulsado semejante medida, todavía en estudio...
Pero nada, basta que se lance la sugerencia para que, enseguida y como en cada asunto que se plantea públicamente en nuestro país, la opinión vuelva a dividirse en las dos Españas tan habituales entre nosotros y se adopten posturas intransigentes incapaces de encontrar posibles soluciones a través del diálogo aferrándose unos en si al casco y otros - cuyas razones todavía no han sido muy explicadas por cierto - en un no rotundo con lo cual ya puede la Directora de Tráfico tratar de convencer que la negativa la tiene servida como aperitivo.
Se habla además de pérdida de la libertad individual si se obliga a llevar casco a todos cuantos monten en bicicleta pero nada se dice de lo que al erario público le ha supuesto - y puede seguir suponiéndole - la atención de todas aquellas personas que han tenido que ser llevadas a un Hospital para ser atendidas de sus lesiones tras caerse de su bicicleta, ni tampoco que si usuarios de otros vehículos - coches, por ejemplo - tienen que respetar normas y prohibiciones de acuerdo con el Código de Circulación - por que los ciclistas - recuérdese, vehículo de dos ruedas sin motor, salvo excepciones - tienen que gozar de esa impunidad que para ellos reclaman algunos, para oponerse al uso obligatorio del casco...
¿Por qué?
Pero lo mejor es discutir y sobre todo oponerse.
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