jueves, abril 18, 2013

Carmen...

Bien sabe Dios que nunca hubiera querido escribir comentario semejante pero la realidad, a veces de manera cruel, se impone y finalmente uno se ve ante la necesidad de manifestar cosas o pronunciarse sobre personas cuya ausencia jamás se había planteado y sobre todo de forma tan inesperada y dolorosa como ha sido la que hoy nos ocupa en este post...

Traté de hacerlo ya en la tarde del pasado martes día 9, encontrándome fuera de Jerez, pero uno de esos inexplicables fallos que a veces nos salen al paso en Internet me privó de subir a este Blog las palabras dedicadas a esa entrañable amiga, a esa alegre y singular mujer, a ese pequeño tesoro humano que respondía al nombre de Carmen que, cuando todo invitaba a pensar en su definitiva recuperación, decidió - en una de esas salidas habituales en ella - marcharse junto a su Cristo de la Expiración, el que reina en San Telmo, para seguir cuidando de la  Flamenca del manto rojo, que le cantara Gallardo en un poema; ese Antonio Gallardo que también nos ha partido el alma con su fallecimiento.

Y eso, nos ha roto el corazón porque Carmen, la eterna musa de Miguel, su fiel y constante compañera, la alegría de sus amigos y de sus conocidos, la siempre ocurrente y cariñosa nos ha dejado para siempre, casi a las puertas de ese acontecimiento festivo jerezano - su Feria del Caballo, que antaño fuera de Abril - que tantos años vivió y compartió, abriendo a todos su corazón como abierta estaba la histórica Caseta de Karcomedos...

Por  eso, por las marismas almonteñas, por las Playas de San Telmo y por el albero ferial, sobre todo en tantos corazones que recibieron la permanente sonrisa de Carmen, ha quedado como roto el vuelo primaveral de las pequeñas y revoltosas golondrinas. Esas que dicen que con el pico quitan las espinas de la corona del Cristo de Jerez.

Descanse en Paz, en la Gloria de Dios...

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