lunes, julio 02, 2012

Salvajadas...

Suele ocurrir en todo tipo de concentraciones multitudinarias y especialmente en las que la euforia se desborda por encima de lo razonable y de lo "racional", como ha sido el caso de lo acaecido anoche en Sevilla, en la llamada Puerta de Jerez, donde unos desaprensivos, unos cafres, unos vándalos sin otro motivo que el de manifestar su alegría por el triundo de la Selección Española en la final de la Eurocopa, no tuvieron otra "diversión" mejor que la de romper en dos trozos la cabeza de la estátua que preside la fuente que ocupa el centro de la mencionada plaza hispalense...

Ya digo, no es la primera vez que ocurre y desgraciadamente en este país nuestro mucho me temo que tampoco será la última, dado el grado de incivismo y la incultura de muchos, la ignorancia que prevalece con tanta frecuencia sobre el respeto a nuestro patrimonio y por que no decirlo, la generalizada creencia de que aquí todo vale y todo nos lo merecemos y así nos ha ido y sobre todo nos está yendo ahora, momento en que nos toca pagar tanta gratuidad, tanto despilfarro, tanta demagógica proclama de un llamado estado del bienestar que hemos construido como se forman los "castillos de naipes" que luego, claro está, con un ligero soplo se vienen abajo.

Por eso algunos creen que manifestar su alegría por cualquier cosa, en este caso por un triunfo deportivo, no es otra cosa que vociferar desaforadamente y emprenderla a golpes con lo primero que tienen a mano, tal y como ha ocurrido en la sevillana Puerta de Jerez, donde han "decapitado" una hermosa escultura que allí está desde finales de la segunda década del pasado siglo presidiendo la fuente y que si hubiera podido hablar, estoy seguro que también habría celebrado el histórico triunfo de nuestros futbolistas aunque no se le habría ocurrido nunca aporrear la testa de los impresentables bárbaros que le destrozaron la suya...

Claro que para evitar estos lamentables hechos, ya podría el Ayuntamiento sevillano haber adoptado las necesarias medidas de protección del lugar. Y es que las imprevisiones suelen pagarse caras.

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