Tanto hablar del milagro alemán - que desde luego existe -, tanto del rigor y la exigencia de los teutones, de su perseverancia y su capacidad para que al final, en una crísis alimentaria, muy grave desde luego pero de origen desconocido, se queden literalmente con las verguenzas al aire por irse de ligeros en la acusación de que el brote epidémico de la bacteria E.coli - que ha provocado ya la muerte de veintidós personas, todas ellas en dicho país menos una que ha fallecido en Suecia - estaba en los pepinos españoles, demostrándose luego que tal afirmación carece de fundamento...
Y después de los mencionados pepinos, los brotes de soja que al parecer tampoco está muy claro, tras los análisis realizados en la misma Alemania, según ha puesto ya en duda - después de ser también señalados acusadoramente - un alto funcionario de dicho país, lo cual ha contribuido a crear todavía mas confusión en asunto tan delicado y sensible para la opinión pública.
Vamos, toda una auténtica chapuza esta forma de proceder de ciertos políticos germánicos, a los que habría que añadir la ineficacia de los organismos competentes de la Unión Europea, que por muchas directivas, normas, recomendaciones, funcionarios, departamentos, comisarios y parlamentarios, en ocasiones como esta demuestran en alto grado que sirven para bien poco, a pesar de lo que nos cuestan...
Pero lo de la ligereza alemana para señalar con el dedo a nuestras frutas y hortalizas, es desde luego de nota.
¡Anda que si la acusación contra los pepinos hubiera sido cosa de España...!
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