He leído en "El Confidencial Digital", en su sección "la guindilla" un comentario dedicado a la decisión de la Comisión Europea de eliminar, para el año 2013, la prohibición de subir a los aviones con algún frasco conteniendo líquido, medida que fué adoptada a raiz de los atentados de las Torres Gemelas, en Nueva York y especialmente tras los intentos de atentados aéreos en Londres, que provocaron sin duda el pánico en todo el mundo y desde luego las precipitadas decisiones de los políticos europeos sobre materias de seguridad que, con el paso del tiempo, se han demostrado poco eficaces y útiles y, desde luego, suponen una engorrosa molestia para los viajeros de las distintas Compañías...
A cuenta de estas comentadas medidas, un tarro de rica miel que unos amigos míos me compraron en la Feria de la Miel de Asturias, para sorprenderme con su rico presente, fue secuestrado en el Aeropuerto de Oviedo so pretexto de que un gel estaba incluído en la lista de prohibiciones para poder acceder al interior de un avión, ya que representaba ¡¡un peligro!! potencial para los viajeros de aquel vuelo.
Y digo yo, si ahora la Comisión está decidida a dar marcha atrás en sus singulares y represivas medidas, pienso que un tanto apresuradas y desde luego poco meditadas, creo que puedo reclamar lo que es mío y exigir, a quién corresponda, que me devuelva mi bote de rica miel asturiana, a la que están esperando típicos molletes para el desayuno.
Desde luego que está bien velar por la seguridad del pasaje aéreo, pero no tanto aplicando prohibiciones que por lo visto se han demostrado inútiles, molestas e ineficaces y, encima, que lo dejan a uno, como en este caso a un servidor, "con la miel en los labios..."
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