Que en un Ayuntamiento, en el que quién tiene la llave de la gobernabilidad manifestara en su día que el exorno que luce la ciudad en el último mes del año y primera semana del nuevo se coloca para celebrar el solsticio de invierno, no puede extrañar que se suprima el día festivo del patrón - que hasta ahora se ha aprovechado, entre otras cosas, para el acto solemne de la entrega de galardones a los sevillanos mas notables - al coincidir dicha jornada en domingo y que la fiesta correspondiente se traslade a uno de los días de Feria, por lo que por esta parte nada que objetar a la celebración en honor de San Fernando - Patrón de Sevilla - dos dias antes del 30 de mayo...
Claro que, aunque se trate de justificar por coincidir dicha festividad con la de la Santísima Trinidad, lo que uno no acaba de asimilar es que quienes están mas obligados a preservar la figura del rey católico, que fuera elevado a los altares por el Papa Clemente X, es decir, los eclesiásticos y especialmente el Cabildo Catedral hispalense hayan decidido adelantar dos días la conmemoración de la fiesta litúrgica de San Fernando, devaluando claramente su sentido y originando bastante desconcierto y malestar entre los sevillanos devotos del santo Patrón.
Ante esta decisión de pasar la fiesta patronal a un viernes, es decir a una jornada laboral, restando evidentemente posibilidad de asistencia y desde luego solemnidad a la misma, no cabe por menos que preguntarse si ¿tan difícil, tan complicado, tan imposible, era compaginar, el domingo 30 de mayo, la festividad de la Santísima Trinidad y la del santo Patrón de los sevillanos? lo que sin duda habría contribuído a engrandecer dicha jornada y entendemos que no habría restado un ápice de solemnidad a ambas conmemoraciones.
La respuesta, por supuesto, corresponde al Cabildo de la Catedral de Sevilla que en esto, como en tantas otras ocasiones, no se ha mostrado muy fino con nuestras cosas lo que no deja de ser una verdadera lástima...
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