lunes, diciembre 07, 2009

De la Constitución del consenso a la crispación de los Partidos

Nuestra Carta Magna, fruto del entendimiento, del consenso de casi todas las fuerzas políticas del momento en que se redactó y aprobó, salvo minoritarias y nada significativas excepciones, ha dado paso, con el transcurrir de los años a la actual etapa de crispación y enfrentamiento, a veces en tonos barriobajeros, entre los Partidos políticos que, por cualquier motivo, se enfrascan en polémicas, descalificaciones e insultos que, además de dividir nuestra sociedad, tensan las relaciones de unos con otros y en nada contribuyen a la solución de los problemas - de los graves problemas, habría que decir - que sigue padeciendo España...
De aquellos años de la malograda UCD - víctima del cainismo tradicional de la derecha hispana - cuando eran posible soluciones como la redacción de nuestra Constitución o la firma de los célebres Pactos de la Moncloa, con PSOE, PCE, Convergencia o PNV, amén de los Sindicatos mayoritarios sentados a la mesa que presidía Adolfo Suárez o cocinaban en la trastienda Abril Martorell y otros políticos socialistas y de centro a esta hora en que ningún acuerdo es posible, en que se enredan en broncas de vecindonas en el Congreso, en el Senado, en los mítines y en la calle, media un abismo que denota, con alarmante claridad, como se ha deteriorado la llamada clase política, en la que cada vez cree y confía menos el ciudadano medio español.
Así que poca celebración en este nuevo aniversario de nuestra Carta Magna cuya reforma se ha pedido en estos días y por diversas voces - de un lado y otro del espectro político - y que no se debería demorar mucho más, incorporándole varias enmiendas que cada vez aclaran más las encuestas y, sobre todo, la realidad de nuestro país y entre las que la peligrosa deriva nacionalista, asuntos como la Justicia y la Educación e incluso la forma de Estado - para cerrar un debate que enfrenta y no cohesiona nuestra sociedad - y la defesa de nuestros símbolos identificativos, exigen un pronunciamiento claro y tajante...
Y es que de aquel consenso han devenido estos lodos y nos estamos perdiendo, en multitud de ocasiones, en la estéril polémica de que si "son galgos o podencos".

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