Tomando la frase del refranero español y cambiándole el género, hoy quiero referirme al triste final del Partido Andalucista, el P.A. de toda la vida que se podría decir en democracia, cuyos actuales ¿líderes? han decidido su entierro el pasado fin de semana, como venían anunciando ya desde hace algún tiempo y como tantos presentíamos desde que, como consecuencia de los enfrentamientos entre quienes lo fundaron y dirigieron en una primera etapa, se había llegado tristemente a convertir en una fuerza extra parlamentaria, es decir, sin significación alguna en la política autonómica andaluza...
A tan triste final se ha llegado, como sugiero anteriormente, tras los continuos enfrentamientos entre quienes a sí mismo se proclamaron fundadores de dicho Partido y prioritariamente se dedicaron a enfrentarse unos con otros - léase Rojas Marcos con Pacheco, Uruñuela con Arredondas, Ortega con Moreno... - hasta transformar una brillante realidad política andaluza, con cinco diputados en el Congreso en las primeras elecciones democráticas, en una triste sombra de lo que pudo ser y entre todos ellos se cargaron, a lo que sin duda contribuyó también el cambalache de permutar la Alcaldía de Granada por la de Sevilla, donde reinaba Rojas Marcos, para que Uruñuela gobernara a la sombra de la Giralda y naturalmente del citado Rojas.
De ahí a esta hora en que hay que certificar la defunción del P.A. un irrelevante camino de pretendidos líderes de segunda fila, que ni fueron cola de león ni por supuesto cabeza de ratón, y que han acabado llevando al Partido a este penoso tránsito hacia la nada del que sin duda, estos y sobre todo aquellos mencionados antes deberán rendir cuentas algún día ante los andaluces por su torpeza, su arrogancia, su afán de protagonismo y sus ambiciones personales...
Podría decirse que fue bonito mientras duró pero en honor a la verdad, ni siquiera durante los años de su existencia, precisamente por la incapacidad de sus dirigentes para sacrificar su ego en bien de la organización a la que a la postre han llevado a la sepultura en la vida pública...
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