miércoles, julio 08, 2015

Un peligroso precedente...

Siempre he pensado que si se recibe dinero prestado, en el plazo que se estipule, hay que devolverlo. También he aceptado la idea de que quién me concede un préstamo, se haga acreedor al menos a mi reconocimiento si las condiciones y plazos establecidos para la cancelación no son abusivas. Igualmente soy de los que piensan que cuando se incorpora uno a cualquier entidad, además de cumplir religiosamente con las obligaciones que ello comporte, debe respetar las normas por las que dicha sociedad se rige y de las que se ha dotado precisamente para que sus miembros sepan en todo momento a que atenerse, lo cual es lo habitual en el entorno social en que cotidianamente nos desenvolvemos...

Por eso mismo, con este asunto de la deuda griega, que tiene a la Unión europea al borde de un ataque de nervios, me quedo perplejo cuando se acusa a quién las prestó cientos de miles de millones de euros para que pudieran seguir viviendo de querer maltratar a dicho país e imponerle unas condiciones que poco menos sitúan a los helenos en una difícil encrucijada que les lleva a la pobreza, a la desesperación y a la segura imposibilidad de que su país logre superar algún lejano día tan tremenda postración.

A todo ello, hay quienes - tanto en Grecia como en otros muchos lugares del viejo Continente entre los que se encuentra España - quienes se manifiestan a favor de dicho país y de sus ciudadanos y muy en contra de la Unión Europea, del Fondo Monetario Internacional y del Banco Central Europea, a los que se acusa de ser los causantes directos de la ruina griega y a los que se exige, a veces entre amenazas e insultos, que acepten una rebaja de lo que los helenos deben y especialmente después de que ellos, en un Referendum convocado sorpresivamente y hábilmente cocinado, se hayan inclinado por la negativa cuando ¿se les ha preguntado? si aceptaban las condiciones del Eurogrupo para un nuevo préstamo o por el contrario las rechazaban...

Todo un dilema de cuyas consecuencias seguro que los europeos nos tendremos que lamentar si finalmente, por evitar la ruptura de la llamada zona Euro, los dirigentes de la Unión no están a la altura y se prestan al juego de prestidigitación - órdago se le podría llamar también - lanzado por el primer ministro de los griegos.

A partir de ahí, ¿no sería lógico que cada país - entre ellos España - tratara de resolver sus problemas con Europa llamando a sus ciudadanos a las urnas...

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