viernes, enero 31, 2014

Félix Grande, mi amigo.

 
Se ha ido como sin querer llamar la atención, tras padecer con paciencia una grave enfermedad que, finalmente, ha acabado con su vida, aunque la muerte no podrá silenciar el eco de su poesía, tan enraizada en esa tierra manchega con la que tan identificado se sintió siempre, siendo su origen extremeño y lo ha hecho con la dignidad que exhibió a lo largo de su vida, tan vinculada con la literatura y sobre todo con el flamenco, pasión que no ocultaría nunca como tampoco lo hizo de su frustrada vocación por la guitarra...
 
Hablo de Félix Grande, con el compartí durante unas jornadas inolvidables ser miembro de un Jurado encargado por la Diputación Provincial de Ciudad Real de discernir un premio convocado por dicha institución para distinguir el mejor artista flamenco aficionado de la Mancha y al que concurrieron, tras una amplia selección de candidatos, los finalistas que aspiraban a lograr el triunfo, sobre las tablas del Teatro de Puertollano donde se llevó a cabo dicho certamen.
 
Y no deja de ser significativo que, al cumplirse las Bodas de Oro de la publicación de su primer poemario, titulado "Las Piedras", con el que lograría el premio Adonais en el ya lejano 1963, este discípulo, marido y padre de poetas nos haya dejado en la triste orfandad de su presencia con la que, como digo, pude disfrutar aquellas jornadas manchegas y flamencas en las que tuvimos la oportunidad de conocernos...
 
Descanse en paz en poeta amigo, autor entre otras obras del ensayo "Memoria del Flamenco" por el que recibiría el Premio Nacional.   

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