Quienes plantearon, desde su posición ideológica, el debate sobre Escuela Pública - Escuela Privada han logrado en principio su propósito de confundir a una opinión pública, escasamente formada y cuyos conocimientos sobre el asunto, cuando menos, dejan bastante que desear ya que se basan mas en planteamientos ideológicos que en razones formales de peso sobre tan esencial cuestión para el desarrollo intelectual de un país, ya que frente a lo que se viene diciendo, no existe incompatibilidad alguna entre ambos conceptos y tanto lo público como lo privado, en el mundo de la enseñanza, son absolutamente complementarios y no excluyentes...
Escuela pública, con todo lo que ello significa, ¡claro que si y por supuesto cada vez más!. Colegios privados, ¡naturalmente que también, si esa es la opción elegida por la familia!. Y es ahí - en quién debe tomar la decisión sobre el concepto en la educación de sus hijos - donde radica precisamente el meollo de este asunto que interesadamente se ha tratado de enrarecer, de confundir, para que finalmente haya muchas personas que no lo tengan claro y entiendan, al socaire de la propaganda ideológica, que lo privado se opone a lo público y le arrebata los medios necesarios para que este último se desarrolle adecuadamente, como debe ser.
Y es que quienes son titulares de estos derechos en el mundo de la educación son precisamente los alumnos y como representantes de los mismos, sus respectivos padres o tutores y es a ellos a quienes corresponde decidir donde quieren cursar sus estudios; si en un colegio público - que en general son muy buenos y algunos, magníficos - y no ni a los políticos de turno y ni siquiera a los profesionales de la enseñanza, que tienen todo el derecho del mundo a exigir mas y mejores medios para el cumplimiento de su función, pero en modo alguno deben pretender inmiscuirse en que orientación quiere dar cada familia a la educación de sus hijos...
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