sábado, mayo 28, 2011

Jerezanos, hoy nos espera la Patrona

Con este título ha publicado hoy el periódico "Diario de Jerez" otro artículo mío, con motivo de cumplirse el 50º Aniversario de la Coronación de la Patrona de la Ciudad.



Hoy, pasados cincuenta años de aquella jornada gozosa de su Coronación Canónica, Santa María de la Merced, nuestra Patrona nos espera Jerezanos, primero en la Catedral, para la solemne ceremonia Pontifical que presidirá el Obispo de la Diócesis y luego, junto a Ella y en las calles, acompañándola hasta su Basílica en la jubilar procesión conmemorativa de estas históricas Bodas de Oro, reafirmando con ello la profunda devoción que nuestro pueblo profesa a tan Celestial Mediadora a cuyo patronazgo se acogiera oficialmente a mediados del siglo XX.
Y a esa maternal Protectora “En la que el Señor hizo maravillas” es a la que en esta jornada sabatina, mariana por excelencia, tienen que rendir su rodilla en tierra todos los jerezanos, lo mismo que ante Ella han acudido, a lo largo de muchos años, para implorar su mediación, para suplicar Rogativas, por la lluvia o la enfermedad, por el paro lacerante, la droga…para ofrendarle suspiros y plegarias, para simplemente extasiarse ante su bendita Imágen y decirle, con la mirada, lo que ni la voz es capaz de articular, pues si para todo eso nos vale, como podemos hoy no celebrar con nuestra Patrona un acontecimiento tan significativo como el aniversario - ¡Cincuenta años, ya! – de su canónica Coronación a cargo del recordado Cardenal Arzobispo de Sevilla, don José María Bueno Monreal, de santa memoria, que con ese gesto daba terrenal sentido y confirmación a lo que tantos jerezanos habían soñado y materializaba las palabras del Salmo “Una mujer vestida del Sol, apoyada sobre la luna y coronada de doce estrellas”…
Por eso, tomemos hoy los jerezanos las palabras del canto-oración del Magnificat, basado en el Evangelio de San Lucas, y haciendo nuestra la plegaria que María elevó a Dios, al visitar a su prima Isabel, esposa de Zacarías y madre de Juan el Bautista, “Magnificat anima mea Dominum” digámosle a la Santísima Virgen de la Merced, nuestra excelsa Patrona, que también al contemplarla a Ella “nuestra alma proclama la grandeza del Señor y se alegra nuestro espíritu en Dios, nuestro Salvador, porque puso sus ojos en su humilde esclava a la que llaman Bienaventurada todas las generaciones”.
Y vamos a decírselo, como tantas veces en la intimidad de su Basílica, primero en la Catedral y después en las calles y plazas de Jerez; la mejor manera sin duda que festejar esta histórica efeméride, ofreciéndole a Santa María de la Merced todo el amor de que seamos capaces.

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