domingo, febrero 23, 2014

Macroeconomía. ¿Y de lo mío, que?

 
La diferencia entre la macroeconomía y la economía real es que el ciudadano medio, el trabajador por cuenta ajena, el autónomo que tiene que competir sin red en el mercado, para abrirse un hueco que le permita no solo mantener su proyecto empresarial emprendedor sino vivir con una mínima holgura es que la primera, la de grandes magnitudes, se percibe y traduce en las declaraciones de los políticos, se entiende en los organismos reguladores de la economía mundial o europea mientras que la segunda, la que nos afecta directamente a los sufridos contribuyentes solo se entiende cuando la retribución que uno percibe es suficiente para atender la alimentación de la familia, los gastos por diversos conceptos como educación de los hijos, el pago de la hipoteca y todo cuanto condiciona la vida cotidiana de cada uno de nosotros...
 
Por eso se explica que el común de los mortales no acabe de comprender ni por supuesto de aceptar las triunfalistas declaraciones de los gobernantes que, de un tiempo a esta parte, cada día nos regalan los oídos con afirmaciones sobre la recuperación de la economía española, sobre la próxima reducción de impuestos, sobre la creación de empleo neto a punto de producirse, tras la continuada pérdida de puestos de trabajo que venimos padeciendo desde hace ya demasiado tiempo.
 
Y es normal que los que ostentan el gobierno de la Nación traten de endulzar esta amarga realidad de un país que, durante muchos años,  vivió por encima de sus posibilidades y en el que cada uno de nosotros llegamos a creer que esto era Jauja sin caer en la cuenta que el Reino de Nunca Jamás es una ficción de película y que la realidad suele ser mas dura que la que nos exhiben en las pantallas, pero entre la buena intención y lo práctico debe existir un camino - de hecho existe - en el que la situación del pueblo pueda ir mejorando día a día, aunque sea muy poco a poco y mientras se sigan cometiendo abusos como los que representan las regalías, por ejemplo, de los llamados Padres de la Patria, es decir, Diputados y Senadores y sigan existiendo miles de cargos políticos y sindicales retribuidos, muchos de ellos como nunca soñaron y centenares de organismos repetidos y superpuestos que cuestan un riñón es lógico que el ciudadano contribuyente no se acabe de tragar eso de las buenas cifras macroeconómicas...

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