miércoles, febrero 06, 2013

Indultos.

Por si no había temas suficientes en España para alimentar la polémica entre los ciudadanos, hete aquí que con un reciente indulto a un conductor kamikaze que circulando a no se cuantos kilómetros por hora provocó un accidente con fatales consecuencias para el ocupante del otro vehículo, ha provocado la indignación generalizada, la protesta callejera y la muy activa dedicación de los columnistas de la prensa, amén claro está de ser tema predilecto para los noticiarios y no digamos para esa moda tan extendida actualmente de las llamadas redes sociales, especialmente al coincidir con la posible condena a una joven madre que por uso indebido de una tarjeta de crédito que se encontró en la calle estaba pendiente de ser enviada a la cárcel...

Y claro está, estalló la sensibilizada opinión pública española en torno al caso, tomando partido por la segunda y enviando a las galeras al primero y junto a él al señor Ministro de Justicia, a pesar de que al conductor se le habían aplicado las recomendaciones de los responsables de la política penitenciaria que consideraron se hacía acreedor por su comportamiento a una medida de gracia, aunque ya la calle, alentada por tertulias y tertulianos y naturalmente por los anónimos que se parapetan tras los llamados tweets había decidido el perdón de la madre necesitada y la condena para el irresponsable conductor.

Y no es que uno esté en contra de que, como ha sucedido, finalmente la citada madre haya sido perdonada por su Señoría, por el delito menor de gastar algo menos de doscientos euros en comida y pañales para su hijo pequeño utilizando una tarjeta de crédito de la que no era titular y que se había encontrado, al carecer de recursos propios para efectuar dicha compra, pero eso de contraponer este caso al del mencionado conductor, aunque su conducta no fuera ni mucho menos ejemplar y además causante de muerte por exceso de velocidad es un claro síntoma de lo desquiciado de una sociedad que todo lo analiza bajo el prisma de la crísis económica, del paro, de los recortes aplicados por el Gobierno y en la que muchos valores que la sustentaban se han ido literalmente a la mierda, tras aquella célebre sentencia de "vamos a dejar España que no la conocerá ni la madre que la parió...".

Supone uno que algún día la historia pasará cuentas al autor y responsables de semejante propuesta.

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