jueves, enero 03, 2013

¿Pacto para reformar la Administración local ?

Mucho hablar del previsible pacto entre PSOE y PP para acometer la inaplazable reforma de una Administración local obsoleta, desproporcionada, en la que se superponen y repiten hasta la saciedad los cometidos y las competencias, carísima, ineficaz en tantas ocasiones y a la hora de la verdad, en cuanto se ponen sobre la mesa necesidades reales como la de acabar con las mil Mancomunidades existentes en España por ejemplo, reducir el número de Ayuntamientos y de concejales o poner coto a los sueldos de estos y sobre todo de los Alcaldes, algunos de los cuales ganan mas incluso que el propio Presidente del Gobierno, se acabó lo que se daba y encima con la amenaza de que se recurrirá al Tribunal Constitucional si se toca alguna de las competencias de autonomías como la andaluza...

Total, que de posible pacto, nada de nada y en este asunto o el Gobierno coge el toro por los cuernos, o seguiremos otro montón de años mas con este aparato administrativo-político contra el que se ha clamado en la calle lo mismo que contra el salario que cobran los representantes de la soberanía popular en el Congreso y en el Senado, la mencionada Cámara Alta cuya utilidad está mas que entredicho y encima con costoso cuerpo de traductores propio para que los españoles de Andalucía se puedan entender con los del País Vasco, Cataluña o Galicia, los beneficios y la ayuda a la Banca, los desahucios, los drásticos recortes en sanidad, educación, etc. la congelación de las pensiones, la supresión de pagas extras a los funcionarios y toda una larga relación que rebasaría los límites de este comentario.

Así que seguiremos escuchando eso del inminente acuerdo entre socialistas y populares, pero lo cierto es que si en la legislatura anterior fueron estos los que impidieron a aquellos que llevaran adelante la pretendida y necesaria reorganización de la Administración a todos los niveles, ahora vienen aquellos y dicen que por ahí no y que ya hablaremos otro día...

Vamos que aquí, en nuestra clase política - en tantas ocasiones, una auténtica casta - lo que prima no es el interés del Estado sino la defensa a ultranza de los principios ideológicos de cada cual y así ni consenso, ni pacto, ni nada que se le parezca.

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