Los españoles de mi generación tenemos hoy un inmenso motivo de gratitud hacia la figura del Rey emérito, Juan Carlos I , de cuyo fructífero reinado iniciado en noviembre de 1975 se acaban de cumplir cuarenta años ya que por aquel entonces, año mas año menos, cumplíamos la treintena con la incertidumbre de que futuro era el que aguardaba a España, tras la prolongada dictadura del general Franco, nacida además de una fratricida guerra civil, y gracias a la decidida voluntad del Monarca que quiso ser rey de todos los españoles hemos podido vivir una de las épocas mas dilatadas, prósperas y pacíficas de la historia de nuestro país...
Por eso en esta fecha el sentimiento que debe aflorar por encima de cualquier otro es el de gratitud y reconocimiento a una figura egregia que con sus aciertos y flaquezas humanas ha sabido conducir a España a cotas de progreso y bienestar jamás antes alcanzadas y por supuesto a un prestigio en el concierto internacional que durante la gris etapa franquista se había perdido entre la reticencia y el rechazo de las democracias de todo el mundo.
Claro que en este tiempo hubo momentos duros y errores de bulto a los que muchas veces también contribuyeron hechos poco afortunados protagonizados por el monarca o por ciertos cortesanos pero eso no disminuye un ápice el papel histórico desempeñado por el padre de nuestro actual Rey que durante casi cuatro décadas supo encarnar la mas alta magistratura de la Nación y sortear situaciones límites como la intentona golpista del 23-F en la que si no es por su intervención directa podríamos haber regresado por la fuerza a épocas anteriores a su reinado...
Es de justicia reconocer que en la balanza pesan mucho mas sus aciertos como Rey de todos los españoles que sus posibles debilidades. ¡Felicidades Majestad!
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