Cumpliéndose lo que ya se había anticipado, el próximo 20 de diciembre en vísperas de Navidad los españoles acudiremos nuevamente a las urnas para elegir el Parlamento de la undécima Legislatura cuya composición, mas por encuestas encargadas, mas por la opinión de analistas y tertulianos -tan de moda de un tiempo a esta parte en nuestro país- se presenta bastante incierta aunque veremos que es lo que finalmente ocurre, tanto con los Partidos tradicionales como con los llamados emergentes, uno de los cuales parecía alcanzar el cielo y ahora retrocede semana tras semana y otro que pasito a pasito, con su poco fiable zigzagueo, dicen que se puede convertir en árbitro del futuro Gobierno...
Lo cierto es que, se cumplan las iniciales previsiones como ocurra todo lo contrario, España acude a las urnas con el reto de elegir un Parlamento que sea garante de la mínima recuperación económica alcanzada tras extraordinarios esfuerzos cuyas consecuencias negativas, como siempre suele ocurrir, han afectado muy seriamente a las clases trabajadoras y a las familias con menores recursos, por lo que cuanto ayude a superar dicha época sin sobresaltos deberá ser sin duda el objetivo final de quienes acudan a depositar su papeleta en apoyo a unos u otros.
Y es que después de lo pasado, desde el 2011, sería muy peligroso para el futuro de un país que está mereciendo ahora el elogio unánime de la comunidad internacional tirar la toalla y volver a una política que aunque se quiera contar por sus partidarios como la panacea de todos los males de España cuando finalmente se ha venido a demostrar que ese gratis total tan del gusto de cierta progresía poco documentada, como dijera aquel lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Vamos, que de aquellos polvos vinieron estos lodos...¿O tal vez habría que decir, recortes?
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