Cambio de la hora.

Ahora vendrán los que apoyan la medida y aquellos otros que vienen a decir que sirve para poco, por no decir que para nada, como con casi todo sucede en España por esa manía nacional de discutirlo todo y en definitiva negar la evidencia, pero lo cierto es que la medida del cambio de hora para invierno o verano, que se adopta no solo aquí sino en medio mundo es algo relacionado con la adaptación del horario local al solar y por supuesto con el ahorro de energía al acompasar el consumo de electricidad a la salida y ocaso del astro rey...

Pero, ya digo, vendrán los negacionistas a discutir si la medida es efectiva en tal sentido y quienes la ven razonable a manifestarse a favor de la misma, no solo por el ahorro que supone sin duda sino por cambiarnos el ritmo vital cara a la estación invernal y permitirnos que al contrario que en el cambio horario de la primavera se pueda dormir en la madrugada del próximo domingo una hora mas, aunque ello comporte que los primeros días el cuerpo tenga sensaciones encontradas especialmente a las horas habituales del almuerzo o la cena, en las que el estómago reclama lo que el reloj oficial pospone esa hora perdida con respecto al día de hoy, por ejemplo.

Se sabe que esta medida de la modificación horaria se impulsó, durante la primera Guerra mundial desde Alemania y que en España, durante la llamada crísis del Petróleo, fue adoptada precisamente para lograr un necesario ahorro de energía pero sería ya en 1984 con la Directiva europea cuando se unificaría en todos los países del Continente el cambio para los horarios de Primavera-Verano y de Otoño-Invierno, adaptándose el reloj oficial al solar como haremos en la madrugada del domingo que viene y, guste o no, eso es lo que toca...

Así que contribuyamos todos al pretendido ahorro energético sea este importante o no pues en esa línea vamos en el mundo con las lámparas Led, las energías renovables como el sol o el viento y la búsqueda de la eficiencia en los motores de los electrodomésticos...