sábado, junio 21, 2014

El pelo de la dehesa...

Como si no tuviéramos ya bastantes problemas de que ocuparnos, y especialmente quienes están obligados a ello por desempeñar un cargo público, ahora viene nuevamente un diputado socialista para arremeter contra un himno que - según el tiene connotaciones religiosas y castrenses - fue interpretado el otro día, como en tantas otras anteriores ocasiones, en un acto celebrado por la Policía Nacional para honrar a sus caídos y en el que como viene siendo habitual desde hace ya alrededor de tres décadas se interpretó "La muerte no es final" cuya letra habla de buscar la Fe en la Esperanza, que por lo visto para este padre de la Patria...es un gravísimo problema...

Y es que algunos, con tal de arremeter contra todo signo religioso, con tal de aprovechar la menor ocasión para zurrar la badana a la Iglesia Católica por cualquier motivo, siempre están a la que salta para mostrar su rechazo a cuanto con la misma pueda tener relación como si en ello les fuera la misma vida y dicha Institución fuera el mayor problema de nuestra sociedad, en la que aun muchos no se han enterado - como este señor Trevín diputado del PSOE - que en un Estado aconfesional las distintas creencias religiosas tienen perfecta cabida lo mismo que la tienen aquellos que se manifiestan agnósticos o ateos, para lo cual no es necesario poner en entredicho a nadie y si, por el contrario, entender que la libertad individual acaba donde comienza la de los demás

Pero en la línea de muchos militantes socialistas, especialmente de algunos cargos de dicho partido, este parlamentario ha vuelto a empeñarse en dejar constancia de la escasa simpatía con la que se enjuicia a la Iglesia Católica como si esta fuera el paradigma de todos los males que padecemos lo cual sin duda alguna les confronta con una buena parte de nuestra sociedad que, cumpla con mayor o menor entusiasmo su compromiso religioso, finalmente a la hora de la verdad se manifiesta creyente y consecuentemente como tal se suele comportar ante las urnas. No lo olvide, señor Trevín...

Y es que liberarse del pelo de la dehesa no suele ser tarea fácil.

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