Llega, un año más, el campeonato del mundo de motociclismo a Jerez y la ciudad comienza a registrar esa peculiar animación que corre - nunca mejor empleada la expresión - paralela con dicha prueba, que sin duda proyecta el nombre de la ciudad a los confines de la tierra, que casi duplica en cada ocasión la población de la ciudad y que, ciertamente, tanto aquí como en toda la bahía de Cádiz deja sus buenos réditos en forma de alojamientos, restaurantes, bares y una larga lista de servicios a los que acuden cuantos nos llegan en estas fechas...
Y es evidente que también esta masiva presencia, el ruído de los motores de las cada vez más potentes máquinas y, sobre todo, las conductas de algunos sujetos - pagan por ellos todos los verdaderos "moteros" - que no saben comportarse, que dejan su vehículo de dos ruedas donde les place, atronan el ambiente con sus escapes libres o quemando ruedas y otras gracias similares, suponen sin duda una molestia para los jerezanos, pero demos todo ello por bien empleado si el nombre de Jerez se proyecta al mundo y, encima, muchos negocios, muchos particulares - especialmente alquilando habitaciones en sus casa particulares - la ciudad en su conjunto, en suma, se beneficia.
Por eso habría que pedir que acontecimientos como este, siendo naturalmente legítimas las protestas de ciertos colectivos que lo están pasando muy mal, no sean utilizados como plataformas para la reivindicación o la huelga, ya que con ello se causa un daño irreparable a la propia ciudad que algún día podemos lamentar todos...
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