miércoles, febrero 23, 2011

Un reconocimiento tardío...

En el acto conmemorativo de la asonada chapucera del 23-F, de la que ahora se cumplen treinta años, el Presidente del Congreso de los Diputados ha dedicado parte de su discurso a la figura del ex presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, aludiendo a las "críticas inmisericordes, absolutamente horribles" que recibió de parte de sus adversarios, de la prensa y de sus propios compañeros de partido, provocando que el hemiciclo prorrumpiera en una cerrada ovación...

También ha definido la figura de Suárez, tan criticada, como la principal de aquella época, para añadir, al escuchar la ovación, "que ojalá se le pudiera hacer llegar el cerrado aplauso", que pensaba "a Suárez le habría encantado...", para rematar con una afirmación que, sin duda, viene a dar su sitio, tres décadas después, al primer Presidente del Gobierno de la Democracia:  "la entereza y el aplomo" de Suárez en las horas decisivas del 23-F le otorgaron para siempre el respeto de todos los españoles. Pocas personas han llegado a conectar en la historia de España con tanta adhesión social como la que hoy tiene Adolfo Suárez; y pocas personas podrán exhibir el cambio que se ha producido desde esta situación actual a aquellas críticas inmisericordes, absolutamente horribles que recibió de nosotros, sus adversarios, de la prensa, y de ustedes, sus amigos".

Y aunque hermoso el gesto, que lástima de reconocimiento tan tardío... 

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