Vándalos. Cafres. Gamberros. Estos y cuantos otros calificativos negativos encuentren ustedes en el diccionario de la lengua española les vienen como anillo al dedo a estos siete jovenes - cuatro de ellos, menores de edad - que la Guardia Civil ha localizado, después de no pocas pesquisas y ha puesto a disposición de la autoridad judicial, para que les juzgue y, confirmada su autoría de los hechos, les sancione de acuerdo con las leyes vigentes...
Hablo de esos niñatos que el pasado fin de año alquilaron una casa en la aldea del Rocío y al abandonarla, la dejaron arrasada, con basura esparcida por todo el edificio, muebles rotos, puertas arracadas de cuajo y agujereadas, sanitarios destrozados y una larga relación de desperfectos que han sido valorados en treinta mil euros - unos cinco millones de las antiguas pesetas, para que usted amigo lector lo tenga más claro - y todo, al parecer, por el hecho de que el propietario de la vivienda les instara a un mejor comportamiento, tras algun aviso de vecinos próximos de que se estaban produciendo daños en la vivienda por parte de sus ocupantes ocasionales y estos le negaran la entrada, además de impedirla también a la patrulla de la Benemérita que le acompañaba en ese momento.
Y ante hechos como el comentado, uno tiene la sensación de que nuestra sociedad necesita una profunda transformación si no queremos legar a las futuras generaciones un país en el que la convivencia y las buenas maneras se hayan perdido para siempre, porque ¿a cuento de que semejante reacción de los jovenes? ¿que les impulsó a cometer tal felonía? ¿que dicen sus mayores de tan incívico comportamiento?...
Podríamos seguir con las preguntas pero lo que nos apetece no es continuar interrogándonos sino solicitar un castigo ejemplar para estos niñatos - y para cuantos como ellos procedan de manera parecida -, a los que algún Juez debería, además de imponerles el castigo merecido, condenar a limpiar letrinas, los vertederos próximos a ciertas barriadas y a permanecer los próximos años, en la fiesta que ellos han utilizado tan salvajemente, en lugar de estar celebrándolo con sus amigos, en un centro social atendiendo, por ejemplo a indigentes y menesterosos, para que conocieran las miserias de la vida que nos rodea, que a lo mejor les enseñaba algo...
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