Con la constitución de las Cámaras se inicia una nueva legislatura en España, de la que esperemos se derive todo lo bueno que deseamos para nuestra Nación, tras estos últimos meses en que solo se habla de paro, recesión económica, desahucios por impagos de hipotecas, despidos, expedientes de regulación de empleo, suculentos beneficios de la banca, cierre de empresas y toda una sucesión de desgracias que nos han llevado a una situación insostenible, límite cabría añadir.
Y es que el gobierno de las ocurrencias, la permanente oferta del Estado del bienestar, sin dinero - o con muy poco - en la caja, por mucho optimismo que se quiera transmitir a la ciudadanía, por muchos beneficios sociales que se le anuncien, finalmente si no se cuenta con recursos suficientes termina por convertirse en una especie de pompa de jabón que se esfuma en el aire y, además, suele salpicar a su alrededor gotas de agua...
Algo así o muy parecido es lo que, como resumen, se podría decir de la legislatura que ahora se da por finiquitada, con la constitución de un nuevo Congreso de los Diputados y de un nuevo Senado, al que por cierto nada mal vendría redefinir sus competencias y su utilidad de la que casi todos dudan y no exentos de razón.
Y es que las políticas sectarias, dogmáticas, indocumentadas, excluyentes de todo cuanto no piense igual, suelen acabar de manera tan negativa sobre todo para el conjunto de los ciudadanos, aunque no ocurra exactamente igual con los políticos que las aplican, que además de irse de rositas la mayoría de las veces, lo hacen con la cuenta corriente bien cubierta...
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