Parece que el problema no es exclusivo de nuestra ciudad - aunque ya dice el refrán que mal de muchos, consuelo de tonto - pero lo cierto es que tras la Semana Santa ha quedado la penosa impresión de que muchos jerezanos - metámonos todos- han perdido el aprecio por su ciudad lo que se ha traducido en el lamentable aspecto que esta ha presentado tras los desfiles procesionales y de forma muy especial a lo largo de la madrugada del Viernes Santo y este último día en que Jerez ha podido contemplar procesiones en sus calles...
Calles llenas de basura, de lata aplastadas por los suelo que provocaban un ruido molesto e inoportuno ante la presencia de Cofradías en las que el silencio es distintivo, al ser golpeadas inevitablemente por los transeúntes, de desperdicios de todas clases..., todo ello adobado por la numerosa presencia de jovenzuelos vaso en mano, muchos de ellos con evidentes síntomas de exceso etílico en su cuerpo para rematar una estampa deplorable y lamentable en una ciudad que siempre se congratuló de su ¿señorío?.
Ese es, tristemente, el balance social de una Semana Santa que si en lo climatológico ha rozado la perfección, después de tantos años de la presencia de la lluvia y el mal tiempo, en el aspecto que comentamos ha significado una vuelta a la barbarie, a la falta de educación y de modales y al menosprecio de la convivencia...
Y es preciso denunciarlo para que tomen nota padres, educadores y desde luego los responsables sociales y municipales. No siempre la culpa va a ser de los cofrades a los que tanto se critica...
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