viernes, septiembre 15, 2006

Maestros.


Hoy se ha iniciado el Curso Escolar en nuestra Comunidad Autónoma. Con los clásicos problemas de distribución de plazas en los centros - "reclamamos nuestro derecho, como Padres, a elegir el Colegio para nuestros hijos", claman no pocas pancartas -, con el mal estado de muchas aulas y de bastantes centros docentes, con el secular problema de los interinos, que han ganado una oposición y no han obtenido plaza y se ven abocados a ir de un lado para otro, mientras no se convocan nuevas oposiciones o - como piden los propios Sindicatos de enseñantes - una específica para ellos que les permita consolidar su puesto en la Administración educativa andaluza...

En fín, para que seguir si la problemática es bien conocida y desde luego antigua.

Pero lo que motiva este comentario, el día que el Curso se inicia, no es enumerar las muchas deficiencias de nuestro sistema educativo. Por el contrario trato de expresar un sincero tributo de admiración a la figura del Maestro, cuyo papel en la sociedad además de fundamental resulta insustituible.

Hoy es el día de resaltar la abnegada tarea que mujeres y hombres desempeñan en la formación de nuestros hijos y a los que, en más ocasiones de las debidas, la sociedad ha cargado con tareas que esencialmente corresponden, en primer lugar a los padres y desde luego a la familia.

Hoy es el día - inicio de un nuevo Curso - de recordar aquellos maestros que nosotros mismos tuvimos y cuya huella imperecedera permanece muy viva en nuestros corazones.

Maestros de Ciudad, del centro urbano y de los barrios. Maestros rurales, de los pequeños pueblos diseminados por la geografía andaluza, en la campiña o en la costa.

Maestros, en fín,que se afanan día a día por transmitir conocimientos a los alumnos - a veces en número excesivo - que la sociedad les confía para convertirlos - como se ha dicho siempre - en mujeres y hombres de provecho.

¿Habrá acaso una tarea más hermosa...?

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