Afable, servicial, educado, daba gusto siempre encontrarse con él en la calle e intercambiar además del saludo algún comentario sobre cosas de la ciudad, de la familia y, muy especialmente, del mundo de las Hermandades y Cofradías que tan bien conocía y a las que tanto trató de ayudar, sobre todo a las suyas muy queridas del Mayor Dolor, cuya imagen vestida de luto recibiría el féretro con sus restos mortales en la mañana del pasado martes, o de la Piedad...
Y es que Manolo "Monroy", en el conocimiento popular su primer apellido González quedaba casi siempre en el olvido, se prodigó primero en atender a sus clientes en los viejos Almacenes Tomás García y también en el cuidado del lucimiento de las imágenes de ambas Vírgenes - la de San Dionisio y la del Calvario - y en su particular devoción por ellas se esmeraría siempre en que aparecieran ante los cofrades y ante los fieles en general como auténticas reinas y así se le ha reconocido a lo largo de su prolongada vida - con noventa años nos ha dejado - otorgándole la Medalla de Oro y nombrándole Hermano Predilecto en histórica Cofradía del Apóstol San Bartolomé.
Ahora, en el momento de su pérdida, no solo se vuelve a poner de manifiesto entre quienes le tratamos su firme condición de cofrade sino su entrega al movimiento belenista jerezano - aún recuerdo aquellos "nacimientos" que montaba en el Bar La Venencia, en plena calle Larga, sobre una repisa en la que la Cueva del Portal era una obra irrepetible hecha con papel arrugado - o su acogedora sonrisa en el encuentro con sus amigos y conocidos por la calle como demostración de la bonohomía de su forma de ser y comportarse...
¡Descanse en paz el amigo y que Dios le haya acogido en el Paraíso...!
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