Como si del cambio de propietario de un negocio se tratara, con el traspaso de poderes asistimos en estos días, en casi todas las ciudades de España, a los tira y afloja derivados de la llegada al gobierno de Ayuntamientos y Autonomías de quienes han ganado las recientes elecciones y de la salida de aquellos que han resultado derrotados por la voluntad mayoritaria de los ciudadanos, con las consiguientes insinuaciones de unos y la réplica enojada de otros, perpetuando tras los comicios la bronca estéril en la que los partidos políticos nos tienen sumidos en nuestro país y demostrando, otra vez más, que eso del respeto institucional nos queda aquí aún muy lejos, por desgracia...
Y es que algunos deberían haber evitado condenar antes de conocer y otros superar el nerviosismo que, al parecer, les provocan los anuncios de auditorías en las cuentas y en la gestión; vamos lo que en argot popular se denomina mirar debajo de las alfombras, y entender que eso, además, es algo que los propios ciudadanos demandan, sobre todo después de la dilatada época de torticeros expedientes de regulación de empleo, de imputaciones por trajes y viajes, de comisionistas y otras prácticas igualmente reprobables, atribuidas a políticos en ejercicio.
Total, que ni siquiera tras los comicios parece que seamos capaces de comportarnos con la debida corrección, con la mesura y la calma que exige paso tan importante en la vida democrática, dando ejemplo quienes se van y aquellos otros que ahora llegan, aunque naturalmente estos últimos tengan todo el derecho de conocer la situación real de la institución que se aprestan a gobernar, para poder dar cuenta detallada de la misma al conjunto de la ciudadanía...
Pero con calma, por favor. Sin estridencia, que ya tenemos bastantes cada día.
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