martes, septiembre 07, 2010

Es muy duro que se mueran los amigos.

En Julio y de ello ya hablé en este blog, un compañero de Academia y de otras muchas iniciativas por Jerez, se me fué para siempre, inesperadamente. Y tal vez por aquello que los pájaros de mal aguero anuncian cada vez que tiene lugar un sepelio, que cuando fallece un conocido suelen ser dos más los que siguen idéntico camino en poco tiempo, tan solo días después, un compañero de profesión y sin embargo amigo; diría que casi un hermano, no podía superar las secuelas de una grave enfermedad e igualmente nos volvía a partir el corazón con su muerte...
Y ahora, por aquello de confirmar tan macabra teoría, la triste historia se ha vuelto a repetir y desde bastante lejos, en pleno corazón de la vieja Castilla nos ha llegado la mala nueva de la muerte de otro entrañable compañero con quién uno compartió tantas ilusiones, tantos proyectos, tantas aventuras en el quehacer periodístico y desde luego unos estrechos vínculos de amistad que incluso se acrecentarían cuando, por una terrible dolencia, el sufrió la pérdida de su esposa, ya que ambos casi eran de nuestra propia familia.
La verdad es que, sentado delante del teclado del ordenador uno ni tiene ganas de ponerse a teclear sus más íntimos sentimientos y si lo hace es para constatar que - como dice el titular de este post - es muy duro que se mueran los amigos, pero sobre todo para rendir tributo a la memoria de Eduardo y José Andrés, queridos hermanos no de sangre, si de afecto, que este caluroso verano se me han marchado para siempre, dejándome en lo más profundo del corazón ese sentimiento que tan bien supo describir la letra de una popular sevillana: "algo se muere en el alma, cuando un amigo se va..."
Acabo de regresar de un apresurado viaje a Salamanca, para acompañar a las hijas de mi hermano en la hora de su despedida y cuando he llegado a Jerez se me ha venido a la memoria la figura y el recuerdo de ese otro hermano que aquí nos dejaba en el pasado mes de agosto y de aquel otro amigo, del que ya he dicho antes recordé en este blog en el mes de julio y no he podido evitar estremecerme con la dolorosa sensación de soledad que la definitiva ausencia de los tres me produce.
Ciertamente es duro, muy duro, que nuestros seres queridos se nos vayan muriendo.
Para Eduardo y José Andrés, en unión de José Ramón, mi emocionado recuerdo y mi plegaria... Que ellos descansen en la Paz del Señor.

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