Como en el acto primero del Tenorio, a uno le dan ganas de exclamar: ¡¡Cuan gritan esos malditos, pero mal rayo me parta si en acabando esta campaña no pagan caros sus gritos!! al escuchar la mayoría de las intervenciones de casi todos los políticos españoles en los actos que suelen protagonizar durante las aburridas campañas electorales, a la búsqueda del voto de los ciudadanos para alcanzar el poder en cualquiera de sus versiones locales, regionales o del Estado y así casi desde hace cuarenta años y mucho me temo que en el futuro también...
Y es que en lugar de contarnos que se proponen hacer y sobre todo como y con cargo a que recursos, generalmente se dedican a proferir promesas que luego se quedan en eso, a resaltar los defectos y carencias de los demás y ocultar sin el menor pudor los propios, a demostrar lo buenas que son sus respectivas formaciones políticas y lo negativas y malévolas que son las contrarias y desde luego, sin miramiento ni educación, a lanzar improperios contra los rivales, a veces rozando la intolerable descalificación y el insulto, demostrando con ello una evidente falta de respeto y educación.
Desgraciadamente estas actitudes en lugar de mejorar se han ido no solo incrementando con el paso de los años sino lo que es peor, radicalizando todavía mas hasta el punto de que ya son las que suelen proliferar ante cada consulta electoral demostrándose con ello que nuestra realidad política es francamente mejorable aunque dado el entusiasmo partidario con que algunos aceptan semejante comportamiento, mal lo tenemos quienes aspiramos a que la actividad de los partidos y sobre todo la de sus representantes se desarrolle en un clima de rigor, veracidad y educado respeto para los adversarios, sin gritos, proclamas vociferantes e insultos que mas la asemejan a un ambiente tabernario y desde luego sin demagogia...
Claro que por lo visto, ante lo que viene sucediendo, mal lo tenemos...
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